La base de la horticultura es el suelo, crear y mantener un suelo vivo y saludable es esencial para producir alimentos limpios y con un alto valor nutricional.
En el suelo solo puede crecer lo que este puede mantener y su fertilidad solo se logra a través del reciclaje de los nutrientes, el reabastecimiento de la materia orgánica y las buenas prácticas agrícolas.
Actualmente las prácticas agrícolas convencionales se han convertido en una amenaza para el suelo, se extrae más de lo que el suelo produce y los nutrientes no se reincorporan a la tierra con forme a los ciclos de la naturaleza, si no que se agregan de forma artificial haciendo uso de agroquímicos. El uso recurrente de sustancias nocivas para aumentar el rendimiento de los cultivos, eliminar la maleza de estos y combatir las plagas, esta destruyendo el ecosistema que vive bajo nuestros pies.
El suelo es un laboratorio químico perfecto que es imposible reproducir los procesos químicos que ahí se llevan a cabo. Las relaciones que se forman entre los microrganismos son de gran complejidad y mutuamente beneficiosas.
TIPOS DE SUELO
El tamaño de las partículas minerales que forman el suelo determinan sus propiedades físicas, textura, estructura, porosidad y el color.
Según su textura se pueden distinguir tres tipos de suelo:
La concentración de minerales y otras sustancias que componen el suelo es el factor que determina el color del suelo que varia desde negro, rojo, amarillo y gris. El excedente o falta de algún nutriente hace que el suelo sea alcalino, neutro o ácido.
Los principales minerales que se encuentran en el suelo son: nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio. Estos se deben encontrar en abundancia y equilibrados.
De manera empírica y haciendo uso de los sentidos de la vista, el tacto, el olfato y el oído se puede saber si el área que se ha escogido para tener un huerto a cielo abierto es apta para el cultivo, si la tierra es fértil y cumple con las condiciones de humedad, temperatura, permeabilidad y una buena estructura, ni compacta ni suelta.
El primer paso es la observación del lugar donde se pretende construir el huerto, si hay presencia de maleza ¡ya estás del otro lado! eso significa que es un suelo fértil, que tiene un pH ácido, que la capacidad de procrear. Lo siguiente es es conocer las características de la maleza, el color, la abundancia, el tamaño, la textura, el tipo de maleza que esta creciendo ahí, con estos parámetros se va a determinar cuanta materia orgánica se le debe adicionar. Si la maleza que esta creciendo en ese espacio es abundante, vigorosa y brillante y de colores vividos, es indicador de que los nutrientes principales están en equilibrio. Si por el contrario son otras las características que presenta, significa que hay deficiencia de algún nutriente y por ende se debe adicionar materia orgánica.
Los otros dos parámetros que ayudan a determinar la salud del suelo es el color que presenta la tierra y los animales que viven en ella. Entre más obscuro sea el color de la tierra es señal de que es un suelo vivo, que las cadenas y las relaciones entre los microorganismos que existen en ese ecosistema funcionan bien, y la relación entre los nutrientes esta equilibrada.
La presencia de lombrices en el suelo eta diciendo que ese ecosistema trabaja perfectamente, que la relación entre los elementos adiabáticos y abióticos están en equilibrio, que es capaz de albergar vida y al mismo tiempo producir alimentos y conservar su fertilidad.